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SAN CARLOS, UN PARAÍSO NATURAL CON UNA HISTORIA QUE NAVEGA ENTRE LEYENDAS Y BATALLAS




San Carlos, Nuevo Guaymas, no solo cautiva por su belleza natural, sino también por la riqueza histórica que le dio origen y nombre.

 

San Carlos, ubicado en el estado de Sonora, ha emergido como uno de los destinos turísticos más atractivos del noroeste mexicano. Sus aguas turquesa, la imponente figura del Cerro Tetakawi y el contraste entre desierto y mar lo convierten en un lugar de ensueño. Sin embargo, pocos conocen la fascinante historia detrás de su nombre y su evolución desde tiempos prehispánicos hasta la actualidad.

 

Antes de recibir el nombre de San Carlos, este territorio era conocido como “Baviso de Navarro”, en honor a Don Cayetano Navarro, un personaje ilustre que jugó un papel crucial en la defensa del puerto de Guaymas durante la histórica batalla del 13 de julio de 1854 contra las tropas del conde francés Gaston de Raousset-Boulbon.

 

Don Cayetano, además de su legado militar, poseía vastos terrenos frente al mar en los que mantenía ranchos ganaderos. Estos predios, heredados a sus nietos, posteriormente se dividieron en cuatro zonas que hoy forman parte de las áreas más visitadas de San Carlos: “Los Algodones”, “San Carlos”, “El Baviso” y “El Represo”.

 

El nombre actual del lugar tiene raíces coloniales. Durante la llegada de los misioneros jesuitas en el siglo XVIII, se establecieron misiones en la región como parte de la expansión religiosa. Se dice que uno de los barcos que transportaba a estos religiosos hacia las misiones de Sonora llevaba por nombre “San Carlos”, y fue justamente ese navío el que inspiró el nombre que con el tiempo se hizo oficial.

 



Mucho antes de la llegada de los colonizadores, los pueblos originarios como yaquis, guaimas y seris habitaban y transitaban por esta zona, aprovechando los recursos del Golfo de California y encontrando refugio espiritual y físico en el Tetakawi, un cerro que aún hoy es símbolo de identidad para la región.

 

La historia de San Carlos es, en efecto, un mosaico de culturas, paisajes y hechos que han marcado su desarrollo. Aunque en las últimas décadas ha experimentado un notable crecimiento turístico e inmobiliario, su esencia sigue anclada en la riqueza natural e histórica que lo distingue desde tiempos remotos.

 
 
 

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