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LOS RETOS DE LA APICULTURA EN SONORA: UN LEGADO DE CALIDAD Y TRADICIÓN




Hermosillo, Sonora.-

 

En las vastas tierras de Sonora, donde el sol brilla intensamente y la vegetación se adapta a las duras condiciones del desierto, la apicultura ha emergido como una actividad significativa, marcada por su calidad y rica tradición.

 

La miel que se produce en esta región es un verdadero tesoro, reflejo del esfuerzo y dedicación de apicultores como Porfirio Leonardo Galindo Flores, quien cuenta con más de 30 años de experiencia y trabaja actualmente en la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sagarpa).

 

Ubicado en Huatabampo, al sur del estado, Porfirio ha sido testigo de los retos y cambios que ha enfrentado la apicultura en Sonora a lo largo de las décadas. A pesar de las adversidades, se mantiene firme en su compromiso con una producción sustentable y de alta calidad, lo que convierte a la miel sonorense en un producto destacado por su sabor y textura.

 

La miel de Sonora se caracteriza por su contenido de humedad, que varía entre el 16 y el 18 por ciento, lo que le da un perfil más concentrado en comparación con la miel de otras regiones. Este distintivo permite que alcance un precio promedio de entre $100 y $150 por kilogramo, un valor superior al de muchos otros mercados.

 

La clave del éxito de Porfirio radica en la implementación de técnicas de manejo sostenible en sus aproximadamente 200 colmenas, lo que le permite producir cerca de 4,000 kilogramos de miel anualmente. Su enfoque en prácticas orgánicas no solo garantiza un producto de alta calidad, sino que también contribuye a la conservación del medio ambiente y al bienestar de las abejas.

 



Porfirio también se ha dedicado a compartir sus conocimientos con otros apicultores de la región, promoviendo una apicultura más consciente y fortaleciendo la comunidad apícola de Sonora. Sin embargo, uno de los principales obstáculos que enfrentan los apicultores locales es la falta de apoyo institucional.

 

Porfirio enfatiza la necesidad de establecer regulaciones y estándares de calidad que permitan a los apicultores competir en condiciones equitativas y proteger el valor de su producto.

 

La colaboración con asociaciones como Vícam (Baja California y Sonora) podría ofrecer una base sólida para que la miel de Sonora logre una mayor proyección en el mercado, asegurando precios justos y promoviendo el reconocimiento de su calidad.

 

Otro desafío significativo para la apicultura en Sonora es el cambio climático. Las sequías recurrentes han reducido la floración de plantas clave hasta en un 30 por ciento, lo que afecta gravemente la alimentación de las abejas y, en consecuencia, la producción de miel. Además, plagas y enfermedades que antes eran raras en la región ahora representan amenazas constantes, exigiendo un manejo más riguroso y vigilante.

 

A pesar de las dificultades, el mensaje de Porfirio es claro: valorar y apoyar la miel de Sonora es una forma de respaldar a los apicultores locales y reconocer la importancia de las abejas en el ecosistema. Su labor no solo endulza las mesas de muchos hogares, sino que también contribuye al equilibrio ambiental y a la seguridad alimentaria, ya que las abejas son fundamentales para la polinización de numerosos cultivos.

 

En un contexto donde las abejas enfrentan cada vez más adversidades, los esfuerzos de apicultores como Porfirio son esenciales para asegurar la continuidad de esta actividad y preservar un producto que, como la miel de Sonora, encierra en cada gota la riqueza y diversidad de su tierra.

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