México es conocido como la cuna de grandes tradiciones, muchas de las cuales se acompañan del característico estallido de cohetes y fuegos artificiales, llenando los momentos de color y alegría. Aunque actualmente forman parte esencial de celebraciones como fiestas patrias, ferias y navidades, la historia de la pirotecnia se remonta a siglos atrás.
El origen de la pirotecnia se sitúa en la antigua China, donde se cree que un cocinero del siglo XI, al mezclar azufre, sal y carbón mientras intentaba crear un nuevo platillo, produjo accidentalmente una mezcla explosiva que daría pie a los primeros fuegos artificiales.
Esta tecnología fue llevada a Europa y más tarde introducida en México durante la Conquista, en el siglo XVI. A pesar de que las culturas prehispánicas ya utilizaban el fuego en ceremonias, la pirotecnia como la conocemos se popularizó en el país hasta el siglo XIX.
Sin embargo, detrás de los vistosos espectáculos y la tradición, la pirotecnia encierra múltiples riesgos que no deben ignorarse:
Daños a la salud humana: El ruido extremo de los fuegos artificiales puede generar lesiones auditivas permanentes y causar gran impacto en personas con trastorno del espectro autista. Además, la inhalación de gases como el monóxido de carbono (CO), emitido por estos artefactos, puede ocasionar graves problemas respiratorios.
Lesiones físicas: La manipulación incorrecta de pirotecnia provoca quemaduras, heridas graves, amputaciones e incluso la pérdida de extremidades. Las manos, la cabeza y la cara suelen ser las áreas más afectadas.
Sufrimiento animal: Los animales, especialmente perros y gatos, son extremadamente sensibles al ruido de los fuegos artificiales. Este estrés puede causarles taquicardias, temblores, desorientación, náuseas e incluso la muerte.
Contaminación ambiental: La quema de pirotecnia libera partículas tóxicas y monóxido de carbono que contribuyen a la contaminación del aire, especialmente en áreas urbanas.
Aunque los fuegos artificiales son un símbolo de festividad, es importante reflexionar sobre los riesgos que representan y buscar alternativas más seguras y amigables con la salud y el medio ambiente. Preservemos nuestras tradiciones sin poner en peligro a las personas, los animales y nuestro entorno.
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